miércoles, 25 de abril de 2012



Breve biografía de la noche                                              
Prosa poética


1.
No puedo decir que el infortunio me toma por sorpresa.
La verdad la supe desde que soy niño.
Desde siempre, y aunque siempre pensé que ese día nunca llegaría,
ya está aquí, y apenas si lo puedo ver.
Borroso, insobornable, decidido a robarme los ojos.
Hasta entonces, yo suspiraba por el futuro, radiante y luminoso,
como un feligrés de otro culto, el de vidente.     
Hay que llamar a las cosas por su nombre. Lo primero que me digo es: Borges, tómelo con calma, no olvide que tomarlo con calma,
es lo primero.
No hay nada que hacer.
Usted sabe que la ceguera es una zona muda,
ausente de cualquier conjetura.
Hasta que uno le da un lenguaje, una voz, un color,
no es más que una suposición.
Pero sabido es que amigarme con la penumbra, me llevará un tiempo.
Un tiempo, que a veces, creo no tener. 
A tientas traspaso una falsa puerta en el tiempo, que me lleva de inmediato a otro tiempo.
¿Cómo, y de qué manera me explico que mis ojos se hunden en un hirviente cráter colmado de sombras?
El eco de mi voz se expande por entre los muros de este caserón que se compadece ante mi desgracia.
Este hombre que ahora mira sin ver pasar su propia vida, busca señales más allá del tiempo, presagios de luz, tenues fulgores, destellos de luna sobre mi rostro.
A mi alrededor, las sombras danzan en pleno día.
Mis manos tiemblan, mi voz tiembla también, como si la policromía de las cosas, se fuera diluyendo en mi memoria. 

Me siento en el jardín a desfallecer.

Salvo honrosas excepciones, dejo la biblioteca por el jardín.
Hoy, es una de esas excepciones, porque sé que me estoy quedando ciego.
Mientras tanto, sólo soy un hombre de letras,
confundido en esa clase de desorden que llaman filosofía.

Son las diez de la mañana, de una mañana cálida de verano, y estoy sentado en el jardín, imaginando los destellos del sol.

Estoy en paz conmigo mismo.
Asustado, eso sí, pero en paz.
¿Cómo no estarlo?
Sostengo tembloroso y con esfuerzo, lo que me queda de visión, 
escurridiza, he imprecisa.

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